Inicio > Historia Filosofía > Antigua > Sofistas y Sócrates

Sofistas y Sócrates

El giro antropológico: la reflexión ético-política

por Àngels Varó Peral,



La filosofía deja de interesarse por la phýsis y dirige su reflexión hacia lo humano, hacia temas de ética y política. Se da el denominado “giro antropológico”.

 1. Introducción

Estamos a mediados del siglo –V. Atenas es un importante centro económico, político y cultural. En lo económico porque detenta el monopolio comercial en el mundo helénico. En lo político por la instauración de la democracia. Y en lo cultural por la denominada “ilustración” griega. En este contexto, la filosofía deja de interesarse por la phýsis y dirige su reflexión hacia lo humano, hacia temas de moral y política. Se da el denominado “giro antropológico”. Este cambio se explica porque, por un lado, la democracia exige el dominio del arte de la oratoria y, por otro lado, la filosofía de la época ya había agotado los modelos especulativos sobre la naturaleza sin ofrecer una única explicación “verdadera” (lo que generó un creciente escepticismo, tanto en lo físico como en lo moral [1]).

En este contexto se desarrolló el debate ético-político entre sofistas y Sócrates.

 2. El movimiento sofista

 2.1 Características generales

La aparición del movimiento sofista está relacionada con la crisis de la filosofía presocrática, que había llegado a un cierto agotamiento de sus especulaciones y había producido una pluralidad de respuestas para explicar una única naturaleza (pluralidad que desembocó en el relativismo y el escepticismo). Aunque, la causa fundamental de su aparición fue la evolución política de Grecia. A medida que se fue reforzando la tradición democrática y que las decisiones que afectaban a la pólis se realizaban colectivamente, el arte de “hablar bien en público” y de argumentar convincentemente fue adquiriendo cada vez mayor importancia. Se hizo necesario enseñar la técnica de la retórica y se hizo conveniente investigar los fundamentos del comportamiento colectivo: la moral y las costumbres.

Acròpoli d'Atenes
Acròpoli d’Atenes

El movimiento sofista está integrado por un grupo de intelectuales (hombres y mujeres de cultura, viajeros y expertos oradores, generalmente extranjeros que residían en la Atenas) de los siglos -V y -IV que, más que formar una escuela, comparten unos rasgos comunes.

  • Actitud crítica ante la sociedad y la tradición, a las que acusan de fundarse en falsas leyes naturales.
  • Un cierto escepticismo tanto religioso (que les conduce al agnosticismo o al ateísmo) como gnoseológico (si no es posible discernir con certeza entre lo verdadero y lo falso, la única postura racional es la duda).
  • Un relativismo tanto cultural, moral y político como gnoseológico. Sostienen un relativismo cultural que pone en duda la existencia de patrones absolutos de conducta y, en algunos casos, cuestionan la moralidad de la esclavitud. En lo gnoseológico, reducen el conocimiento a la opinión. Ello les induce a adoptar en muchos casos una actitud antidogmática y a rechazar la distinción entre esencia y apariencia: el único mundo real es el fenoménico.
  • Un convencionalismo tanto moral como político. La moral, a diferencia de los fenómenos de la phýsis, es fruto de una mera convención (oposición entre naturaleza –phýsis- y convención social –nómos). Los fundamentos de la pólis y de la vida social no son naturales, sino frutos de la convención, de un contrato social.
  • Profesionalidad como educadores y maestros de retórica [2] y dialéctica [3] (confianza en la educación y en el valor de la retórica y la dialéctica).
  • Interés por estudiar el lenguaje y la lengua.
  • Ideología democrática.

Veamos el "rap de los sofistas" en este vídeo:

Tomando como punto de referencia la guerra del Peloponeso (-431/-404), los principales sofistas se dividen en dos grandes grupos:

  • Los anteriores a la guerra: Investigan sobre las bases de la legitimidad de las leyes, y buscan los fundamentos racionales de la sociedad y de los valores. Se enfrentan a lo aceptado por la tradición y crean nuevas vías de investigación.
    • Protágoras de Abdera (-485/-411): “El hombre es la medida de todas las cosas”.
    • Gorgias (-483 / -375): “Nada existe. Si existiera algo no podría ser conocido. Si algo existente pudiera ser conocido, sería imposible expresarlo con el lenguaje.”
    • Aspasia de Mileto ( -470 / -400): maestra de retórica y filosofía.
    • Pródico de Queos: “Se toma por divino lo provechoso para los hombres “.
    • Hipias de Élide: “Todos los hombres son iguales por naturaleza”.
  • Los posteriores a la guerra: Sus intereses están más cerca de conseguir un triunfo meramente dialéctico sobre sus adversarios que de conseguir “la verdad”.
    • Trasímaco: “lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte”.
    • Calicles: La auténtica justicia es la que procede de las leyes de la naturaleza y, como podemos ver en el mundo animal, es la ley del más fuerte.
    • Antifonte: Atender a lo natural como útil universalmente, y a la convención cuando las circunstancias lo recomienden.
    • Critias (-453/-403): Dios es una invención provechosa de un sabio astuto y maquiavélico, que pretendía evitar que se cometieran delitos a escondidas.
Sopar d'un banquet | Cena en un banquete
Sopar d’un banquet | Cena en un banquete
Pintura en got

El término “sofista” fue adquiriendo una connotación peyorativa porque algunos sofistas se preocuparon más por conseguir un triunfo dialéctico y por orientar sus enseñanzas hacia el éxito, que por conseguir “la verdad” (que, dado su escepticismo y relativismo, consideraban inalcanzable). A esto hay que añadir que Sócrates, Platón y Aristóteles (representantes de los grupos aristocráticos) les acusaron de ser portadores de un saber falaz. Pero, a pesar de las opiniones negativas, en general la sofística está considerada como la expresión de una época “ilustrada”. Pues la sofística se caracteriza por su confianza en la razón humana para plantear y elucidar autónomamente (sin acudir a entidades sobrenaturales), los problemas fundamentales del hombre y de la sociedad en su determinado contexto histórico. Y, además, también se caracteriza por su empeño en reconstruir una organización social más justa, a través de una crítica de las tradiciones y por su concepción racional de la función de la cultura y de la educación como factores de progreso.

En fin, el movimiento sofista dio un “giro antropológico” a la reflexión filosófica. Reflexionó sobre el nómos (polémica phýsis y nómos), de ahí su relativismo moral y su relativismo y escepticismo gnoseológico. Reflexionó sobre el lenguaje y la retórica; sobre la posibilitad de la educación (paideia) i de la enseñanza de la areté (virtud); sobre el origen de la religión. El ámbito de sus preocupaciones teóricas fue, pues, la vida social: el hombre y la pólis.

 2.2 La polémica phýsis y nómos

Uno de los núcleos de la reflexión de la sofística es la oposición entre phýsis y nómos. Aunque la sociedad griega venía aceptando, como algo inamovible, la existencia de la naturaleza (phýsis) como generadora de un saber, de unos valores y de unas leyes universalmente válidas, la sofística sostuvo que todas las leyes, las costumbres, las creencias religiosas y las ideas políticas (nómos) son fruto de una convención humana (de un acuerdo entre ciudadanos para garantizar la convivencia) y no derivan de la naturaleza, por tanto, no son ni inmutables ni están fundadas sobre un patrón universal.

La mayoría de los sofistas se opuso a la tesis del fundamento natural de las leyes y costumbres, y a su pretendido origen en una ley eterna u orden universal del que las leyes humanas serían meros desarrollos (recuérdese a Heráclito). También rechazó las concepciones míticas y religiosas que hacían derivar el poder y las leyes de los dioses. Sustentaron que las normas morales son convencionales, y declararon que lo único que hay de natural en el comportamiento humano es el ansia de placer y la ley del más fuerte, que queda negada por las leyes convencionales.

Protágoras afirmó que las instituciones políticas y las costumbres sociales son fruto de contratos sociales entre los hombres para permitir la convivencia y superar la ley del más fuerte.
Trasímaco sostuvo que sólo la ley del más fuerte es natural (“lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte”, República, 338c), y que las leyes humanas son meras convenciones destinadas a impedir que los mejores y más fuertes puedan prevalecer.
Calicles dijo que la auténtica justicia es la que procede de las leyes de la naturaleza y, como podemos ver en el mundo animal, es la ley del más fuerte.

“Pero, según mi parecer, los que establecen las leyes son los débiles y la multitud… Tratando de atemorizar a los hombres más fuertes y a los capaces de poseer mucho, para que no tengan más que ellos, dicen que adquirir más es feo e injusto, y que esto es cometer injusticia: tratar de poseer más que los otros. En efecto, se sienten satisfechos, según creo, de tener igual que los demás, siendo inferiores… Pero según yo creo, la naturaleza misma muestra que es justo que el fuerte tenga más que el débil y el poderoso más que el que no lo es. Y lo demuestra que es así en todas partes, tanto en los animales como en todas las ciudades y razas humanas, el hecho de que de este modo se juzga lo justo: a saber, que el fuerte domine al débil y posea más…. Yo creo que si llegara a haber un hombre con índole apropiada, sacudiría, quebraría y esquivaría todo esto [lo que se oponga a la ley del más fuerte] y, pisoteando nuestros escritos, engaños, encantamientos y todas las leyes contrarias a la naturaleza, se sublevaría y se mostraría dueño este nuestro esclavo, y entonces resplandecería la justicia de la naturaleza.” (Calicles, en el diálogo platónico “Gorgias”, 483b-484a; Diálogos de Platón, tomo II, ed. Gredos, pp. 80-81)

Antifonte nos advierte de lo artificial de las normas institucionales. Aboga por un cumplimiento formal de los preceptos legales como conducta justa en público, aunque en privado sea sólo útil atender a los de la naturaleza. Y sostiene que por naturaleza todos los hombres son iguales, al margen de las convenciones sociales basadas en la ley y la costumbre. Su consejo es atender a lo natural como útil universalmente, y a la convención cuando las circunstancias lo recomienden. El nómos es algo impuesto de una utilidad limitada y discutible.

 2.3 Relativismo moral

Protágoras, en Acerca de la verdad, afirmó que “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que no son, en cuanto que no son”. La tesis homo mensura se aplica a “todas las cosas”, tiene un alcance universal: nada es absoluto, todo es relativo. Protágoras no sólo sostiene que lo honesto y lo deshonesto, lo justo y lo injusto, etc. varían con las leyes e instituciones de las ciudades, sino que los criterios para juzgarlo también son diferentes. Es decir, el criterio de valoración depende de las propias ciudades o conjuntos de individuos. El relativismo de Protágoras no es extremo (en el sentido de que el criterio es el del propio individuo), sino que tiene el sentido de establecer un criterio social. Será la ciudad, cada ciudad, la que establece valores en la medida en que constituyen un conjunto de hombres que crea esos valores. Si hay algún criterio por encima de éste es el de cohesión social (todo aquello que favorezca la existencia de la ciudad será valorado positivamente). Por tanto, todo está sujeto a discusión y no hay una superior instancia valorativa, un patrón absoluto que pueda imponerse a todos. Para la ética y la política, la afirmación de Protágoras tiene una enorme trascendencia. Si el hombre es la causa de todos los valores y si lo que le parece a cada uno es su verdad, la convivencia habrá de basarse en un acuerdo y consenso entre los hombres.

Pródico. La riqueza no es ni un bien ni un mal; sólo el uso que se hace de las posesiones les otorga el valor de “bueno” o “malo”.

Veamos este vídeo de educatina sobre Protágoras

 2.4 El conocimiento: Relativismo y escepticismo

En las controversias que determinaron la distinción entre phýsis y nómos cabe destacar dos posturas respecto a las implicaciones ontológicas y epistemológicas de esta distinción:

  • Sostener que la ley y la costumbre, y con ello la totalidad de las impresiones sensibles, son mudables y relativas (frente a la phýsis inmutable y eterna). Esto lleva a inferir la imposibilidad del conocimiento científico ya que no es posible acceder a esa realidad permanente (en el supuesto de que existiera).
  • Reivindicar la posibilidad de un conocimiento sensible, asumiendo las dificultades que ese conocimiento y su transmisión mediante el lenguaje presenta. Esto supone renunciar a adquirir un conocimiento de una realidad absoluta. Postura de Protágoras, Gorgias y Antifonte.

Protágoras. La interpretación gnoseológica de la tesis del homo mensura lleva al relativismo. Esta tesis manifiesta la vinculación de Protágoras con Demócrito, al tiempo que expresa su crítica al eleatismo por mantener que el objeto del conocimiento racional es algo inmutable. Protágoras reivindica la posibilidad de una ciencia de lo mudable, en la que sea el hombre, y no el “ser”, el criterio de verdad.

Gorgias. En su obra Sobre la naturaleza o sobre el no-ser rechaza la postura eleática, y defiende el escepticismo. Sus ideas pueden resumirse en tres tesis:

  • Nada existe.
  • Si existiera algo no podría ser conocido.
  • Si algo existente pudiera ser conocido, sería imposible expresarlo con el lenguaje.

Al decir que “nada existe” rechaza la asunción subyacente a los sistemas presocráticos que hubieran mantenido la existencia de una realidad más allá del mundo de las apariencias. Esta tesis pretende abolir todas las naturalezas permanentes. Como no hay una realidad última que conocer, no podemos, comparando y discutiendo nuestras experiencias, corregirla ni aspirar al conocimiento de una última entidad que la trascienda.

Veamos un vídeo de Educatina sobre Gorgias

 2.5 Retórica y filosofía del lenguaje

Protágoras. Pone de manifiesto el poder de la retórica para modificar la opinión de los demás. El lógos, “artesano de la persuasión” (según la sentencia platónica), era capaz de modificar la dóxa, impulsada por el arte de la palabra.

Gorgias. Destacó el inmenso poder de la palabra, la magia del lógos que seduce, persuade y transforma el alma, y la comparó a la acción de los fármacos sobre el cuerpo. También el lenguaje puede sanar o enfermar un alma. Con su magia verbal, el orador goza de un poder inmenso. Pero el orador debe ser, para alcanzar sus fines, un buen psicólogo, que advierta la disposición anímica de sus oyentes, y pueda así aprovechar sus inclinaciones, apurando el momento oportuno, para conmoverlos y excitarlos y convencerlos atendiendo no a lo verdadero, sino a lo verosímil. Para Platón este maestro de retórica, en cuanto dominador de las técnicas de persuasión, a quien no le preocupa descubrir la verdad, sino hacer triunfar en la discusión la tesis propia, es uno de los personajes más peligrosos de su tiempo. Y no tanto por su propia persona, sino por la influencia en alumnos menos escrupulosos, como Calicles.

Aspasia, veamos este vídeo:

Antifonte. Respecto de las relaciones entre el pensamiento, el lenguaje y la realidad, sostiene que la ambigüedad del lenguaje le hace incapaz de expresar plenamente la realidad que, no obstante, existe.

 2.6 La educación y la enseñanza de la areté

Concepción sobre la educación. Con el tema de la educación, se plantean de nuevo las relaciones entre la naturaleza y la convención, ya que la educación opera en el ámbito de las convenciones humanas y tiene que ver con lo “no natural” (con lo que instituye el hombre más allá de lo que le depara la naturaleza).

La preocupación de la sofística por la práctica de las tareas educativas estuvo subordinada al problema de la educación moral y política del ciudadano, es decir, al cultivo de su areté. Areté significaba en aquella época “destreza”, “habilidad” o talento para realizar una tarea determinada. En los escritos de Platón el término fue adquiriendo un significado moral1. Pero fue la sofística la primera en plantear el problema de la areté. Y como ya sabemos, la sofística rehusó buscar definiciones universales. Las virtudes no son esencias inmutables; dependen de las necesidades de la vida social.

Protágoras presenta la educación como un proceso sobre la phýsis que llegará a constituir una “segunda naturaleza”. En el Protágoras de Platón encontramos su teoría sobre la posibilidad de educar socialmente al hombre. Protágoras sostiene que las virtudes políticas, necesarias para el desarrollo de la pólis, las poseen todos los hombres. La naturaleza humana contiene el respeto mutuo y el sentimiento de justicia (otorgados por los dioses). Esto permite el progreso moral. Ahora bien, para que haya progreso moral, se requiere el concurso de la experiencia y de la educación. Se puede exigir a todo hombre que posea virtudes políticas. Pero éstas se enseñan desde la infancia y el Estado mismo, con sus leyes, prosigue esta educación. En esta concepción destaca la ideología democrática, ya que resalta cómo la convivencia cívica se funda en la participación de todos en el gobierno de la ciudad. El progreso humano está, pues, basado no sólo en el dominio de unas técnicas instrumentales y especializadas, como las de la medicina o la arquitectura, sino en esas normas para la convivencia en las pólis, defensa máxima de la civilización.

 2.7 Origen de la religión

La crítica en contra del fundamento objetivo de la religión se formula en un tiempo en que la religión popular ya había sido atacada por la filosofía presocrática, que consideró divino el agua o el aire, o que, como Jenófanes de Colofón, censuró el antropomorfismo de sus dioses.

Deïtats gregues | Deidades griegas
Deïtats gregues | Deidades griegas

En general, el movimiento sofista fue agnóstico y ateo.

Protágoras representa el agnosticismo religioso: “de los dioses nada podemos saber. Ni si son, ni si no son, ni cuáles son, pues hay muchas cosas que impiden saberlo: no sólo la oscuridad del problema, sino también la brevedad de la vida”.

Pródico representa la tesis racionalista sobre el origen de la religión (lo que le valió fama de ateo). El origen de la religión surge de la ignorancia y es sólo fruto de la necesidad humana de divinizar todo cuanto la humanidad necesita (la tierra, la fertilidad, la lluvia, etc.) o teme (las tormentas, etc.). Es la gratitud de los hombres ante los poderes benefactores de la naturaleza lo que impulsa a deificar los aspectos benéficos de ésta. Pero la creencia en los dioses ha permitido a los hombres poder subsistir en una naturaleza hostil y crear la sociedad humana regida por el nómos.

Critias representa la tesis política sobre el origen de la religión. En su tragedia Sísifo establece el origen político de la religión, presentando la idea de un dios omnividente como una invención provechosa de un sabio astuto y maquiavélico, que pretende evitar que se cometan delitos a escondidas.

 3. Sócrates: Intelectualismo moral

Sócrates (-470/-399), filósofo griego, nacido en Atenas. Vivió su juventud en una época de esplendor, cuando en la política se había afirmado el gobierno de Pericles, y cuando Atenas se había convertido ya en la metrópolis cultural de Grecia. En su madurez y senectud fue testigo de las turbulencias cívicas en los años de la guerra del Peloponeso. Sobrevivió a los rigores de la guerra y al gobierno despótico de los Treinta, después de la derrota; y fue condenado a muerte por un tribunal popular en unos momentos de restauración democrática, reo en un proceso de impiedad.

Veamos esta breve biografía de Sócrates

 3.1 Preocupaciones intelectuales

Las preocupaciones intelectuales de Sócrates se corresponden con las del movimiento sofista, y sus ideas están en sintonía con las de la época. Después de una etapa en la que se interesó por temas de Física, centró sus investigaciones en las cuestiones éticas y en un cierto afán metodológico. Como él mismo decía era como un tábano que aguijoneaba a los demás. Había convertido su vida en una constante indagación en torno a la condición humana y sus conocimientos. Sócrates no puso por escrito sus doctrinas, y todas sus enseñanzas, según el testimonio de Platón, son orales.

“Sócrates no se ocupaba de la naturaleza, y trataba sólo de cuestiones morales, y en ellas buscaba lo universal y tenía puesto su pensamiento, ante todo, en la definición ... Dos son las cosas que uno puede atribuir justamente a Sócrates: los razonamiento inductivos y las definiciones de lo universal, y esas dos se refieren, ambas, al principio de la ciencia. Pero Sócrates no estableció como separadas las esencias genéricas ni las definiciones...” (Aristóteles, Metafísica).

 3.2 Método dialéctico

A diferencia de los sofistas, coetáneos suyos, Sócrates no construye largos y hermosos discursos, sino diálogos metodológicamente construidos en dos partes fundamentales: la ironía y la mayéutica. En la primera, la ironía, tras presentar el tema del diálogo con una pregunta del tipo ¿qué es la justicia?, desarrolla la refutación de la aparente sabiduría del interlocutor, que, llevado de su ignorancia, no sabe pero cree saber. Una larga sucesión, impertinente a veces, de preguntas y respuestas, tiende a lograr el reconocimiento de la propia ignorancia, por parte del interlocutor, lo cual le deja en disposición de comenzar, de la mano de Sócrates, la búsqueda de la definición, o el concepto, que supondría un verdadero saber. El punto de partida de esta indagación no puede ser otro que el de la confesión de la propia ignorancia (“sólo sé que no sé nada”): la que Sócrates reconoce de sí mismo y la que consigue que el interlocutor reconozca tras refutar su aparente saber. Prosigue entonces la labor de concebir y dar a luz “conceptos”. A esta segunda parte llama el mismo Sócrates mayéutica, por tratarse de un arte parecido al que ejerce su madre: la partera ayuda a las mujeres a dar a luz cuerpos, Sócrates ayuda a los hombres a dar a luz pensamientos. Este proceso de la mayéutica permite reanudar el diálogo y dirigirlo hacia la búsqueda de la definición general del concepto que se está examinando. Esta definición pretende captar la esencia, es decir, “lo que es” y, por tanto, no puede ser una mera definición nominal (definir una palabra por otra palabra), lo que nos haría caer en un círculo vicioso. Pero, implícitamente, ello sugiere que si el diálogo es posible es porque los diferentes interlocutores comparten un lógos común. Esta tesis implícita es la que permite a Sócrates postular la existencia de verdades absolutas, en contra del relativismo sofista. El valor del diálogo está en el proceso mismo de la búsqueda del saber y de la liberación de la ignorancia, y este proceso, como ya hemos dicho, es fundamental para Sócrates.

Veamos este fragmento de la película "Sócrates" sobre el método dialéctico de Sócrates

El “sólo sé que no sé nada” se acompaña con un precepto “conócete a ti mismo”. El “cuidado del alma” es la tarea fundamental del hombre. Para Sócrates, la areté se funda en el conocimiento; en el conocimiento de sí mismo, en el conocimiento de la verdad sobre las cosas. El bueno es quien sabe, y obra en consecuencia. Nadie es malo conscientemente, sólo lo es por ignorancia. La sanción a la conducta moral es que el sabio, que es justo y bueno, es también feliz.

Veamos este fragmento de la película "Sócrates" sobre el intelectualismo moral de Sócrates

Para Sócrates todo está sometido a discusión y crítica; sólo aquello de que podamos dar razón es válido. El sabio no acepta las valoraciones tradicionales ni se somete a la opinión establecida. Juzga y vive al margen de la opinión. Lo verdaderamente importante es conocerse a sí mismo, cuidar del alma propia, y ser justo mediante el conocimiento de lo auténtico. La interiorización de una moral autosuficiente se expresa en una conducta que no se rige por los principios aceptados por la opinión general. También Sócrates cuestiona el valor del nómos, pero lo hace a su manera propia.

 3.3 Juicio a Sócrates

Sócrates, de Roberto Rossellini:

 4. Actividades de comprensión y expresión escrita

Actividad 1 Vocabulario

  • areté
  • escepticismo
  • nómos
  • physis
  • relativismo
  • universalismo

Actividad 2 Con su filosofía, Platón quiso superar el escepticismo y el relativismo sofista. Como discípulo de Sócrates, se decantó por el universalismo. Haz un esquema con los rasgos característicos de la filosofía sofista.

Actividad 3 Haz una redacción filosófica con el título: "Relativismo moral vs universalismo moral"

Actividad 4 Clica aquí para realizar un cuestionario sobre el origen de la filosofía, filosofía presocrática, filosofía sofística y Sócrates.

Actividad 5 Clica aquí para contestar "verdadero" o "falso" a preguntas sobre el origen de la filosofía, la filosofía presocrática, la filosofía sofítica y Sócrates.

Notas

[1En el terreno físico, Demócrito había dicho que las sensaciones de dulce y amargo, caliente y frío, eran meros términos convencionales. No correspondían a nada real. Todo es cuestión de la disposición accidental de los átomos de nuestro cuerpo y de su reacción a la combinación igualmente accidental en que se hallan los del objeto llamado sensible. La transferencia de dicho escepticismo al terreno moral vino de l mano de Arquelao. Si el calor y el frío, el dulzor y el amargor, no existen en la naturaleza, sino que dependen de nuestra sensibilidad en un momento determinado, ¿por qué no hemos de suponer que la justicia y la injusticia, lo recto y lo tuerto, tienen igualmente una existencia subjetiva e irreal? No puede haber en la naturaleza principios absolutos que rijan las relaciones humanas.

[2La retórica es el estudio de los medios de argumentación que no dependen de la lógica formal y que permiten obtener o aumentar la adhesión de otra persona a las tesis que se proponen para su asentimiento.

[3En el contexto sofista, la dialéctica puede definirse en su sentido más primitivo: “arte del diálogo”. Como en el diálogo, en la dialéctica hay dos logoi o “razones” entre los que se establece un debate.

Bibliografía

  • Campillo Iborra, Neus y Vegas González, Serafín, Sócrates y los sofistas. Publicaciones del departamento de historia de la filosofía. Universidad de Valencia. 1976.
  • Cornford, F.M. (1972) Antes y después de Sócrates Barcelona. Ariel. 1980.
  • Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu. Diccionario de filosofía en CD-ROM. 1996. Editorial Herder S.A., Barcelona.
  • Guthrie, W.K.C. (1950) Los filósofos griegos Madrid. F.C.E. 1981
  • García Gual, C. “Los sofistas y Sócrates”, en Historia de la ética (v. 1) Ed. Victoria Camps.